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Lo que ponemos en nuestra mesa (y queda entre pecho y espalda)
Copiar y pegar, marchando una sobre aditivos:
NITRITOS Y NITRATOS
EWG habla en su guía, por ejemplo, sobre los nitritos y nitratos (como
E-249 Nitrito potásico, E-250 Nitrito sódico, E-251 Nitrato sódico,
E-252 Nitrato potásico), empleados en perritos calientes, salami,
bacon, jamón... Resaltan que estas sustancias -usadas
como saborizantes, conservantes y colorantes- aunque puedan prolongar la
duración y dar un color rosado más atractivo a estos alimentos durante
semanas, pueden estar asociados a problemas de salud. Sobre
los nitritos, que pueden formarse a partir de los nitratos, se dice,
por ejemplo, que pueden reaccionar con las aminas, que se forman
naturalmente, y originar nitrosaminas asociadas al cáncer.
Sobre el propil paraben (E-216) -usado como
conservante en tortitas, magdalenas y conservantes alimentarios- la guía
comenta lo difícil que es entender que esta "sustancia disruptora
endocrina pueda estar autorizada en los alimentos y todavía más difícil
de creer que sea calificado como "Generalmente Reconocido como Seguro" . EWG
pasa revista a estudios en animales que lo asocian a daños en el
esperma o al descenso en los niveles de testosterona, además de a la
alteración de la expresión de genes en células de cáncer de mama (cuyo
crecimiento podría acelerar), o a infertilidad femenina... comentando
que las personas pueden exponerse tanto porque se haya añadido
directamente como por la contaminación con esta sustancia durante el
procesado y el envasado. El propil paraben ha sido detectado en más de
la mitad de muestras analizadas de productos lácteos, carne y vegetales.
Más del 90% de los americanos tienen niveles detectables de estas
sustancias en su orina
BHA
Otra de las sustancias citadas en la guía de EWG es el Butil Hidroxi Anisol o BHA (E-320), que
puede hallarse en algunas patatas fritas y carnes conservadas, también
en grasas y alimentos grasos y como conservante en condimentos. EWG
crítica que la Administración para los Fármacos y Alimentos de Estados
Unidos (FDA) lo catalogue como "seguro" cuando entidades muy serias lo
listan entre las sustancias que pueden causar cáncer. Además, la Unión
Europea lo incluye entre las sustancias que pueden ser disruptores
endocrinos. Diferentes estudios lo asocian a una reducción de los
niveles de testosterona y tirosina, afección a la calidad del semen y el
desarrollo de los órganos sexuales en animales de laboratorio, así como
a un menor crecimiento, mayor mortalidad en las crías o efectos sobre
la conducta. También preocupa el Butil Hidroxi Tolueno o BHT (E-321), emparentado
con el anterior, estando frecuentemente juntos en los mismos productos y
pudiendo, dice EWG, actuar sinérgicamente. Aunque no haya sido listado
como carcinogénico, esta entidad comenta que ha sido asociado al cáncer en diferentes investigaciones con animales de experimentación. También a efectos sobre el desarrollo, tiroideos y sobre las habilidades motoras y la coordinación.
Los aditivos alimentarios fosfatados, por su parte, que pueden estar
presentes en alimentos altamente procesados, incluidas algunas comidas
rápidas, se cuentan, según EWG, "entre los aditivos alimentarios más
comunes" y están presentes en productos horneados, reduciendo su acidez y
mejorando la retención de humedad y textura de las carnes procesadas.
En personas con problemas renales crónicos su elevada presencia en el
organismo ha sido asociada a enfermedades cardiacas y muertes (y algunos
estudios los asocian a ese tipo de problemas en personas sin esos
problemas renales). La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)
está reevaluando las implicaciones del uso de estas
sustancias como aditivos.
Los aditivos de aluminio, como el sodium
aluminum phosphate y el sodium aluminum sulfate, son usados como
estabilizantes en muchos alimentos procesados. Aunque el aluminio, un
metal abundantísimo en la corteza terrestre, también puede estar
presente en los alimentos, recuerda EWG que los aditivos alimentarios
con esta sustancia son una fuente principal de exposición humana a esta
sustancia persistente y bioacumulativa (por ejemplo en los huesos). Se
alude a los estudios con animales que asocian la exposición intrauterina
y durante el desarrollo a efectos sobre el sistema nervioso.
EWG muestra una preocupación especial por el asunto de los ingredientes
saborizantes o aromatizantes secretos. No solo por el hecho de que las
industrias manipulen los sabores para hacer más apetitosos alimentos
poco saludables, pudiendo contribuir incluso a una sobrealimentación,
sino a otros hechos que tienen que ver con su composición química. Apuntan
que el término "sabor o aroma natural" (así llamado aunque pueda
contener sustancias químicas sintéticas) está en millares de alimentos, en
concreto en uno de cada cuatro, aunque en las etiquetas solo suelan
aparecer, unos pocos como sal, agua o azúcar. También es frecuente el
término "sabores o aromas artificiales" que vendría a aparecer en una
de cada siete etiquetas. Lo cierto, nos dice EWG, es que "cuando ves la
palabra "sabor" o "aroma" en la etiqueta de un alimento, casi no puedes
saber qué productos químicos se han añadido a la comida bajo el paraguas
de este vago concepto. Para personas que tienen alergias a los
alimentos poco comunes o con una dieta restringida, esto puede ser una
seria preocupación".
Comenta además esta organización de salud y medio ambiente
norteamericana que, frecuentemente, los saborizantes y aromatizantes
químicos son mezclados con emulsificantes, disolventes y conservantes ,
que son denominados como "aditivos incidentales" sin que el fabricante
haya de revelar su presencia en las etiquetas, aunque pueden ser del 80
al 90% de la mezcla. "Las mezclas saborizantes o aromatizantes", se
añade, "son complejas, y pueden contener más de 100 sustancias
diferentes".
PROPYLENE GLYCOL
Llaman la atención sobre el hecho de que se etiquete como "saborizantes
o aromatizantes naturales" a mezclas que en realidad pueden contener
sustancias sintéticas como el disolvente propylene glycol o el
conservante BHA o incluso ingredientes derivados de cultivos
transgénicos. Y comentan que "las compañías que crean las mezclas
aromatizantes suelen ser las mismas que elaboran las sustancias químicas
de fragancia para perfumes y cosméticos". EWG, se nos dice "aboga para
que se revelen todos los ingredientes de las fragancias y también de los
aromatizantes".
Esta organización aconseja que, para evitar en lo posible exponerse a
estas sustancias, se opte por alimentos frescos y no por alimentos
procesados que pueden contener sustancias químicas que hayan alterado su
olor y sabor y que se pida a las empresas que revelen qué sustancias
están usando para ésos fines.
Otro elemento que preocupa a EWG son los
colorantes artificiales, empleados para mejorar la apariencia de
alimentos de poco valor nutricional. Y cita ejemplos como los colores
caramelo III y IV que, se denuncia, pueden contaminarse con algunas
sustancias que habrían sido asociadas a tumores como el 4-metilimidazol
(4-MEI). También alude a la inquietud existente sobre
los efectos de algunos colorantes sintéticos sobre la conducta de los
niños (como la hiperactividad).
Sobre el bromato de potasio (E-924), que puede encontrarse en algunos
panes y galletas, y sería usado para fortalecer la masa y favorecer su
horneado, se comenta que ha sido considerado como cancerígeno por el
Estado de California y como posible carcinógeno por entidades como la
Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC). Añade
EWG, que aunque la mayor parte de él se convierte en otra sustancia no
cancerígena durante el horneado, habría sido detectado en pequeñas
cantidades en los productos finales. La guía señala que su uso no se
permite en el Reino Unido y Canadá, así como en la UE, pero que en USA
aún se permite añadirlo a la harina.
GALATO DE PROPILO
Sobre el galato de propilo (E-310), conservante usado a veces en
productos con grasas como las salchichas y el tocino, y que diferentes
estudios e informes han asociado, con mayor o menor peso, a tumores, se
comenta que hay mucho que estudiar acerca de sus posibles efectos
reproductivos o de disrupción endocrina.
Otra de las sustancias citadas es la teobromina. EWG
relata como en 2010 una compañía pidió a la FDA que listase la
sustancia, un alcaloide presente en el chocolate con efectos semejantes a
la cafeína, como "generalmente reconocida como segura" para usarla en
una serie de alimentos como el pan los cereales o las bebidas
energéticas. Los científicos de la agencia americana
apuntaron que el consumo medio en humanos era cinco veces más alto que
el que la compañía reportaba como seguro y que la empresa no explicaba
adecuadamente por qué los efectos reproductivos y sobre el desarrollo
vistos en animales no eran preocupantes. Pero
finalmente el uso de la teobromina fue considerado como seguro en
cualquier caso a pesar de la posición de la FDA (cosa que habría
sucedido también con otros aditivos sido catalogados así sin contar
debidamente con la agencia).
La guía comenta que, al margen de la preocupación sobre los posibles
efectos sobre los consumidores hay algunos aditivos que inquietan por
sus efectos sobre los trabajadores. Un ejemplo que se cita es el del diacetil (usado, entre otras cosas, como saborizante en las palomitas para microondas) que habría sido asociado a la bronquiolitis obliterante, una enfermedad muy grave de las vías respiratorias que han sufrido empleados de alguna empresa alimentaria en Estados Unidos.
VIGILA LO QUE COMES
La guía que ha presentado EWG no hace más que responder a lo que es una inquietud que muestran muchos ciudadanos en los países occidentales. La
ciudadanía muestra, con carácter general, una cierta desconfianza hacia
los aditivos alimentarios y las garantías sanitarias reales que pueda
ofrecer el uso de algunos de ellos. Sabe que hoy en día, el proceso de
artificialización de la producción de alimentos, ha traído consigo entre
otras cosas, una fuerte utilización de estos aditivos, muchos de ellos
sintéticos. Colorantes, conservantes, antioxidantes,
saborizantes, aromatizantes, edulcorantes, antiapelmazantes,
emulsionantes, estabilizantes, espesantes... Sin embargo, los
consumidores tienen muy poca información al respecto y, básicamente, se
ven obligados a confiar en que las autoridades estarán controlando bien
el asunto.
Carlos de Prada